No debe haber episodio más utilizado, junto
con las Cruzadas, para criticar a la Iglesia Católica que el caso
de Galileo Galilei. Veamos qué sucedió realmente, cómo fue el
proceso, por qué se lo condenó y a qué se lo condenó.

Galileo
Galilei (Pisa, 1564-Florencia, 1642 |
Galileo nació en Italia en la ciudad de Pisa en 1564 y murió
en Florencia en 1642. Su familia quería que fuera médico pero
desde muy joven se inclinó por la filosofía natural y en este
campo su gran mérito fue combinar la experimentación con el
cálculo matemático.
Un rasgo característico de su personalidad era su vehemencia
en las discusiones que no contento con refutar a sus
adversarios trataba de confundirlos e incluso los ridiculizaba
despiadadamente. Al respecto Sir David Brewster dijo que "La
audacia, cuando no la imprudencia, con la que insistía en
convencer a sus enemigos en general sólo lograba alejarlos de
la verdad.” Este rasgo es necesario tenerlo en cuenta
porque fue una de las causas por las que tuvo tantos
problemas. |
Vale la pena destacar que todo el mundo lo recuerda como
astrónomo, pero no es esa el área de la ciencia en la que se
destacó. Sus principales aportes al conocimiento científico fueron
en la mecánica. En astronomía su gran aporte fue la invención del
telescopio, pero en este campo sus descubrimientos no fueron
completos o libres de errores, como por ejemplo al afirmar que los
planetas Venus y Mercurio eran trasparentes y que la luz del sol
pasaba a través de ellos. O pensar que los cometas eran sólo
fenómenos meteorológicos.
Sus problemas empezaron cuando comenzó a defender las teorías de
Copérnico.
Es innegable que las pruebas que Galileo aducía para probar la
idea copernicana del movimiento de la tierra alrededor del sol
estaban muy lejos de ser concluyentes. Por ejemplo, una de las
pruebas que presentó era el fenómeno de las mareas, ya que pensaba
que se debían a la rotación de la tierra sobre su eje y hoy esto
se reconoce como un grave error, porque se sabe que se deben a la
influencia de la luna, idea que había sugerido Kepler, idea que
Galileo trató con desprecio, calificando de imbéciles a los que
pensaban de esa manera.
Los opositores de Galileo estaban firmemente convencidos, al
igual que Bacon y otros, que la teoría de Galileo era falsa y no
científica, lo cual en cierta medida es cierto ya que no tenía
pruebas suficientes que la avalaran.
El proceso tuvo lugar en dos fases: 1615 y 1633.
En 1615 es citado por la Inquisición quien le dice que su teoría
no es científica y que va en contra de las Escrituras y se le
condenó a no enseñar las ideas de Copérnico.
Es innegable que estas autoridades eclesiásticas cometieron en
esto un craso error. Pero hay que señalar que no se objetó que se
la sostuviera como una hipótesis y se decía que por motivos
prácticos podía ser utilizada por los astrónomos. Vale la pena
destacar que las autoridades de la Iglesia no consideraban este
juicio como irreversible y el Cardenal Bellarmino, una de las
autoridades más influyentes en el Sacro Colegio, escribió a
Foscarini, un carmelita que apoyaba las tesis de Galileo, este
párrafo tremendamente significativo: "Afirmo que si se
encuentra una prueba real de que el sol está fijo y que no se
mueve alrededor de la tierra, sino que es la tierra la que gira
alrededor del sol, entonces será necesario, muy cuidadosamente,
proceder a explicar los pasajes de la Escritura que parecen
contradecirlo y deberíamos decir que nosotros los hemos
malinterpretado antes que decir que es falso lo que está
demostrado.”
Galileo pudo continuar sus investigaciones sin ser molestado y sus
trabajos podían ser leídos con permiso por los dedicados a la
investigación.
Vuelve a Roma en 1624 donde él mismo dice que recibió "una
noble y generosa recepción” El Papa, en ese entonces Urbano
III, era amigo de él al igual que el Cardenal Barberini que se
había opuesto a su condena en 1616. Le conceden una pensión para
que continuara sus estudios pero no se anuló su condena.
Publica una obra que es un diálogo entre dos partidarios de
sus teorías y uno que defiende la vieja teoría de que la
tierra no se mueve. Se trataba de una sátira y este último
personaje es dejado en ridículo.
Es entonces nuevamente citado por la Inquisición en 1633, ya
que había violado su promesa de no escribir más sobre el tema
hasta que aportara pruebas concluyentes.
Por desgracia faltó penetración por una y otra parte, y
prudencia por la de Galileo, que, en lugar de limitarse a
presentar sus opiniones como hipótesis, las continuó
propagando presentándolas como una verdad absoluta, que, sin
embargo, no podía aún probar concluyentemente. |

Proceso de
la Inquisición |
El
Santo Oficio sigue el criterio de que, en la ausencia de
demostraciones concluyentes, no se debe difundir y propagar lo que
va contra una tradición establecida, y condena a Galileo.
Se lo condena a prisión y a recitar los siete salmos
penintenciales una vez por semana durante tres años. No vayamos a
pensar que fue encarcelado en oscura celda. En manos de la
Inquisición estuvo sólo 22 días y no en una celda con barrotes,
sino en un cómodo apartamento del Santo Oficio. Luego se le
permitió usar las casas de sus amigos para cumplir su condena, por
ejemplo el palacio del Arzobispo de Siena que lo apreciaba mucho.
Nunca fue torturado ni se lo dejó ciego: perdió la vista 4 años
después del proceso. Murió en el 1642 a los 78 años. Tampoco se le
negó sepultura en un lugar sagrado: fue sepultado dentro de la
Iglesia de la Santa Croce en Florencia. El Papa Urbano VIII,
aunque no permitió que se levantara un monumento sobre su tumba,
le mandó una bendición especial y tuvo además indulgencia
plenaria.
Un hecho llamativo es que se autorizó a varios contemporáneos de
Galileo, después de la condena de 1616, a declarar que el Papa no
había condenado explícitamente las teorías de Copérnico que
defendía Galileo. No es la Iglesia como institución la que condena
a Galileo sino la Inquisición y en esta condena, que por supuesto
fue un gran error, mucho tuvo que ver su personalidad soberbia y
despreciativa que aprovecharon muchos de sus enemigos para obtener
su condena.
Urbano VIII no firmó la condena de Galileo
Noticia de Prensa - EFE.- Con motivo de los 400 años despùés de
Galileo el Vaticano planea reeditar las actas del proceso a
Galileo Galilei para recordar que el entonces Papa, Urbano VIII,
nunca firmó la condena de la Inquisición al científico italiano.
Así lo aseguró hoy el presidente del Consejo Pontificio de la
Cultura, Gianfranco Ravasi, en la víspera del congreso "La
ciencia, 400 años después de Galileo Galilei. El valor y la
complejidad ética de la investigación tecnológico-científica
contemporánea", que comenzará mañana en Roma.
El hecho de que la sentencia no fue firmada por el Papa "es un
dato histórico poco conocido", añadió el presidente del Consejo
Pontificio de la Cultura, quien recordó que el Vaticano
participará en el "Año de Galileo", que se celebrará en 2009 con
motivo del 400 aniversario de la construcción del primer
telescopio por el científico italiano.
El 31 de octubre de 1992, cuando se cumplían los 350 años de su
muerte, Juan Pablo II lo rehabilitó solemnemente y criticó los
errores de los teólogos de la época que dieron pie a tal condena,
sin descalificar expresamente al tribunal que lo sentenció.
Bibliografía
Enciclopedia GER
Aciprensa.com
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