Ciertamente, la evangelización de Asía comenzó de la mano de los
propios Apóstoles, aunque habría que decir que el mismo Hijo de
Dios fue el primero que enseñó el Evangelio a los habitantes de
Asía.
Pero
aquí nos detendremos en la penetración cristiana del siglo XVI.
Esta nueva penetración cristiana va íntimamente ligada a la acción
de los Patronatos ibéricos, sobre todo el de Portugal, en todas
sus relaciones con el Extremo Oriente: Indonesia, India,
Indochina, Japón y China. Asimismo en parte con el Patronato
español, cuyas expediciones, procedentes de México, establecerían
su centro de colonización y de evangelización en las Filipinas, y
desde ellas irradiarían su acción a parte de Indonesia actual, del
Japón, de China y de Indochina, sin olvidar Siam.
La responsabilidad principal recaería sobre el Patronato
portugués, teniendo en cuenta que para la obra de la
evangelización actuaba con comisión o delegación de la Santa Sede.
Desde un primer momento comenzaban su labor de evangelización los
mismos capellanes de las naos portuguesas, a los que seguirían en
seguida nuevas levas de misioneros, particularmente franciscanos,
dominicos, agustinos y jesuitas. El centro de operaciones estaba
en Goa, que vino a ser la capital de todo el Imperio portugués del
Extremo Oriente. La acción misionera tomaría particular relieve a
partir de la llegada de S. Francisco Javier a la India con los
miembros de la recién fundada Compañía de Jesús.
En lo que es actualmente la India y el estado de Pakistán,
pueden considerarse diversas clases de misión. Primero la
actividad con los llamados Cristianos de Santo Tomás en la
costa del Malabar, donde se hizo canónicamente la unión con
Roma en el sínodo de Diamper, y se organizó una jerarquía
latina, a pesar de ser una Iglesia de rito oriental, con sede
primero en Angamale y luego en Cranganor, y cuyo primer obispo
latino fue el jesuita español P. Francisco Ros. Luego las
misiones de la India oriental, comenzando primero por la
evangelización de los habitantes de la costa llamada de la
Pesquería y Cabo de Comorín, muchos de los cuales emigrarían
hacia el interior y región oriental, dando pie al
establecimiento de diversas misiones: la del Maduré, donde
tendría lugar luego de comenzada la llamada Controversia de
los Ritos Malabares; la de Marava, donde se distinguiría y
moriría mártir S. Juan de Britto; la de Mysore; la de Karnatic
o Karnática; la de Bengala, donde con los jesuitas trabajaron
también franciscanos, agustinos y dominicos; y finalmente la
de Birmania. De la India se atendía asimismo a la isla de
Ceilán, cuya evangelización deberá ser considerada en tres
periodos sucesivos, el portugués de 1505 a 1658, luego el
holandés, y posteriormente el británico, hasta su
independencia. |
S. Francisco
Javier |
Dentro de la India, en la región más interior, la célebre misión
llamada del Gran Mogol, de la que fue héroe y fundador el español
P. Jerónimo Javier, sobrino de S. Francisco Javier, misión
establecida en 1595 tras dos tentativas fallidas anteriores, y que
se distinguió en sus principios por su actividad en la corte, con
pocos resultados por cierto. De ella partió el jesuita Bento de
Goes, a través del corazón de Asia, en busca del legendario Kathay
(sería China), y en relación con ella estarían unos primeros
intentos de evangelización de la región del Tibet. A la región de
la actual Indonesia, puede referirse en parte el apostolado
ejercido en la península y ciudad de Malaca, y la evangelización
de las Molucas, con intervención de misioneros del Patronato
español radicado en Filipinas, y de las islas de Java, Sumatra,
C6lebes, islas de la Sonda, Borneo y Timor.
La misión del Japón fue iniciada por S. Francisco Javier en 1549
y, tras un periodo de relativo esplendor, entró en una época de
persecuciones sangrientas con abundancia de mártires. China tuvo
tentativas de evangelización por parte de misioneros de ambos
patronatos: agustinos, franciscanos y dominicos procedentes de las
Filipinas, y jesuitas del Patronato portugués, que al fin pudieron
adentrarse hasta Pekín bajo la dirección del italiano P. Mateo
Ricci. Unos 50 años después llegarían dominicos y franciscanos
españoles desde las Filipinas.
Bibliografía
Enciclopedia GER
|