Dpto. Religión

4º ESO

Curso 2007/08

AÑOS 1119 /  FUNDACIÓN DE LA ORDEN DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS.

Víctor Zugasti

                                                                                                                

Las Órdenes militares; La Orden del Temple; Acusaciones y mentiras; bibliografía

 

Las Órdenes militares

Nacieron como consecuencia de las Cruzadas. Son instituciones características de la Edad Media europea, aunque sus repercusiones sociales, sobre todo en el plano honorífico, lleguen hasta nuestros días. En su origen fueron organismos a la vez militares y religiosos, porque las personas que los componían unieron a ciertos votos religiosos la obligación de apoyar con las armas determinadas actitudes de los poderes cristianos europeos de la época. Este aspecto militar se manifiesta, desde luego, en las fronteras con el Islam, según la amenaza y la nueva mentalidad iniciada por la Cruzada. Sin embargo, el brazo armado de alguna Órdenes militares descargó sus golpes en otros lugares. Las Órdenes militares dependían directamente del Papa, estaban exentas de la jurisdicción del clero secular y sus miembros vivían al amparo de alguna regla, como monjes, aunque el tiempo se encargó de limar las peores asperezas para los que no eran clérigos. Por su carácter religioso toda Órdenes militares, para serlo, tenía que haber sido reconocida por la Iglesia. Las Órdenes militares fueron entre los siglos XII y XV potentes corporaciones en el plano social y económico; ésta es su tercera peculiaridad importante, junto con las ya señaladas religiosa y militar.

La Orden del Temple

La Orden del Templo fue fundada en Jerusalén,  por un caballero de Champagne, Hugo de Payens, con varios colaboradores entre los que destacaba Godofredo de Saint-Omer, en 1118. El rey Balduino I les permitió instalarse en la antigua mezquita de al-Aqsa, en el área del templo y el Papa Honorio II reconoció a la Orden en 1127. Los caballeros seguían la regla de S. Benito con algunas modificaciones, según la redactó para ellos S. Bernardo.

Pronto se dividieron en tres clases, según sus funciones y procedencia: caballeros, de origen noble; escuderos, de cuna más baja; y clérigos, que actuaban como capellanes. El hábito fue blanco para los caballeros y negro para los escuderos, aunque en ambos casos tuvieran sobre él una cruz roja. La expansión de la Orden y de sus posesiones en Europa fue impresionante: a mediados del siglo XIII contaba con 12 provincias en Occidente y cinco en Oriente, y sus miembros acaso llegaban a 20.000.

 

Caballeros de la Orden del Temple

Las órdenes del Templo y del Hospital, aparte de sus riquezas en Europa, eran a fines del siglo XII los principales terratenientes de los establecimientos de Ultramar. Respondían, a una necesidad sentimental de muchos caballeros europeos de la época, que deseaban participar de la vida religiosa sin deponer por ello las armas, y a otra de orden práctico, pues sólo ellas eran capaces de contrarrestar el continuo déficit de combatientes en Tierra Santa. Mientras el Hospital, seguramente más rico y extenso, dedicaba buena parte de sus fondos a obras de caridad, el Templo se orientaba con mayor decisión hacia la guerra ofensiva y manejaba sus riquezas como banquero y prestamista, de acuerdo con una política financiera que acabaría por crearle grandes enemigos. Ambas órdenes tenían en común una política independiente de la del rey de Jerusalén, aprovechando su sujeción directa al Papa. Esto produjo mayores inconvenientes que los procedentes de las continuas rivalidades entre ambas.

Su crecimiento material se debía a varias razones: Testamentos y donativos, además de las grandes fortunas de los nobles que entraban a formar parte de la orden; también podían recolectar dinero en todas las iglesias de occidente, una vez al año y obtenían grandes beneficios comerciales con todo el excedente que obtenían de sus granjas y encomiendas. Para 1170, la orden de los templarios se encontraba en Francia, Alemania, España y Portugal, y 50 años más tarde era la fuerza económica, militar, política y religiosa más importante de Europa.

Acusaciones y mentiras

La pérdida de San Juan de Acre tuvo funestas consecuencias para la Orden del Templo. Su maestre estableció la sede en Chipre. Sin embargo, perdido el dominio en Tierra Santa, su finalidad específica había desaparecido. Hubo intentos de fundir en una sola Orden al Hospital y al Templo. El maestre del Templo, Jacques de Molay, se opuso.

Las grandes riquezas de la Orden y su altanera independencia respecto a los poderes monárquicos fueron causa del proceso que Felipe IV de Francia incoaron contra ella desde octubre de 1307. El rey temía el poder y la organización de los templarios, ricos, obedientes al Papa y opuestos a su política en el Mediterráneo. Pero, sobre todo, era que Felipe IV de Francia, se había  endeudado totalmente con la orden y queriendo recuperar su fortuna y ambicionando también la demás riquezas de los templarios organizó un proceso inquisitorio en su contra.

Fueron detenidos y acusados de herejes y encerrarlos para posteriores torturas que confirmaran las acusaciones. Como es bien sabido, en muchos de los procesos de la justicia de esa época (tanto real como inquisitorial) se acostumbraba torturar a los acusados hasta que dijeran la verdad. Las acusaciones principales eran la adoración de ídolos (Baphomet o Bafumet) y sodomía Bajo el poder de poderosas torturas el rey obtuvo las respuestas que querían.

Fue así como en 1307 los templarios franceses fueron arrestados, incluido el gran maestre francés Jaques de Moley, quien fue quemado vivo por la justicia real francesa, frente a la catedral de Nôtre-Dame. Antes de su muerte se arrepintió de todas las acusaciones que se había visto obligado a admitir por fuerza de las duras torturas a las que fue sometido e invitó a sus acusadores y enemigos al "juicio del cielo" en el plazo de un año, y así sucedió ya que Felipe IV y Guillermo de Nogaret murieron en dicho plazo de causas naturales.

En resumen, se puede decir que esta última etapa de la Órden del temple fue una historia de falsas acusaciones de fechorías y maldades; se obtuvieron las más sorprendentes confesiones por medio del tormento; se asistió a actos de valor e integridad personal, a retractaciones resonantes y, sobre todo, a una pugna sorda entre el Papa y el rey de Francia. Éste logró imponer su criterio y su interés en los aspectos más sustantivos del problema.

Por fin, Clemente V disolvió la Orden el 3 abril de 1312, aunque sin pronunciar fallo alguno contra ella.

Para ver un completo trabajo sobre la Orden del Temple (ver)

 Bibliografía

Gran Enciclopedia Rialp

Neuss, Wilhem; La Iglesia en al Edad Media.

Orlandis, José; Historia de la Iglesia