Las Órdenes militares;
La Orden del Temple;
Acusaciones y mentiras;
bibliografía
Las Órdenes militares
Nacieron como consecuencia de las Cruzadas. Son instituciones
características de la Edad Media europea, aunque sus repercusiones
sociales, sobre todo en el plano honorífico, lleguen hasta
nuestros días. En su origen fueron organismos a la vez militares y
religiosos, porque las personas que los componían unieron a
ciertos votos religiosos la obligación de apoyar con las armas
determinadas actitudes de los poderes cristianos europeos de la
época. Este aspecto militar se manifiesta, desde luego, en las
fronteras con el Islam, según la amenaza y la nueva mentalidad
iniciada por la Cruzada. Sin embargo, el brazo armado de alguna
Órdenes militares descargó sus golpes en otros lugares. Las
Órdenes militares dependían directamente del Papa, estaban exentas
de la jurisdicción del clero secular y sus miembros vivían al
amparo de alguna regla, como monjes, aunque el tiempo se encargó
de limar las peores asperezas para los que no eran clérigos. Por
su carácter religioso toda Órdenes militares, para serlo, tenía
que haber sido reconocida por la Iglesia. Las Órdenes militares
fueron entre los siglos XII y XV potentes corporaciones en el
plano social y económico; ésta es su tercera peculiaridad
importante, junto con las ya señaladas religiosa y militar.
La Orden del Temple
La
Orden del Templo fue fundada en Jerusalén, por un
caballero de Champagne, Hugo de Payens, con varios
colaboradores entre los que destacaba Godofredo de Saint-Omer,
en 1118. El rey Balduino I les permitió instalarse en la
antigua mezquita de al-Aqsa, en el área del templo y el Papa
Honorio II reconoció a la Orden en 1127. Los caballeros
seguían la regla de S. Benito con algunas modificaciones,
según la redactó para ellos S. Bernardo.
Pronto se dividieron en tres clases, según sus funciones y
procedencia: caballeros, de origen noble; escuderos,
de cuna más baja; y clérigos, que actuaban como
capellanes. El hábito fue blanco para los caballeros y negro
para los escuderos, aunque en ambos casos tuvieran sobre él
una cruz roja. La expansión de la Orden y de sus posesiones en
Europa fue impresionante: a mediados del siglo XIII contaba
con 12 provincias en Occidente y cinco en Oriente, y sus
miembros acaso llegaban a 20.000. |
Caballeros de la
Orden del Temple |
Las
órdenes del Templo y del Hospital, aparte de sus riquezas en
Europa, eran a fines del siglo XII los principales terratenientes
de los establecimientos de Ultramar. Respondían, a una necesidad
sentimental de muchos caballeros europeos de la época, que
deseaban participar de la vida religiosa sin deponer por ello las
armas, y a otra de orden práctico, pues sólo ellas eran capaces de
contrarrestar el continuo déficit de combatientes en Tierra Santa.
Mientras el Hospital, seguramente más rico y extenso, dedicaba
buena parte de sus fondos a obras de caridad, el Templo se
orientaba con mayor decisión hacia la guerra ofensiva y manejaba
sus riquezas como banquero y prestamista, de acuerdo con una
política financiera que acabaría por crearle grandes enemigos.
Ambas órdenes tenían en común una política independiente de la del
rey de Jerusalén, aprovechando su sujeción directa al Papa. Esto
produjo mayores inconvenientes que los procedentes de las
continuas rivalidades entre ambas.
Su
crecimiento material se debía a varias razones: Testamentos y
donativos, además de las grandes fortunas de los nobles que
entraban a formar parte de la orden; también podían recolectar
dinero en todas las iglesias de occidente, una vez al año y
obtenían grandes beneficios comerciales con todo el excedente que
obtenían de sus granjas y encomiendas. Para 1170, la orden de los
templarios se encontraba en Francia, Alemania, España y Portugal,
y 50 años más tarde era la fuerza económica, militar, política y
religiosa más importante de Europa.
Acusaciones y mentiras
La
pérdida de San Juan de Acre tuvo funestas consecuencias para la
Orden del Templo. Su maestre estableció la sede en Chipre. Sin
embargo, perdido el dominio en Tierra Santa, su finalidad
específica había desaparecido. Hubo intentos de fundir en una sola
Orden al Hospital y al Templo. El maestre del Templo, Jacques de
Molay, se opuso.
Las
grandes riquezas de la Orden y su altanera independencia respecto
a los poderes monárquicos fueron causa del proceso que Felipe IV
de Francia incoaron contra ella desde octubre de 1307. El rey
temía el poder y la organización de los templarios, ricos,
obedientes al Papa y opuestos a su política en el Mediterráneo.
Pero, sobre todo, era que Felipe IV de Francia, se había
endeudado totalmente con la orden y queriendo recuperar su fortuna
y ambicionando también la demás riquezas de los templarios
organizó un proceso inquisitorio en su contra.
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Fueron detenidos y acusados de herejes y encerrarlos para
posteriores torturas que confirmaran las acusaciones. Como es
bien sabido, en muchos de los procesos de la justicia de esa
época (tanto real como inquisitorial) se acostumbraba torturar
a los acusados hasta que dijeran la verdad. Las acusaciones
principales eran la adoración de ídolos (Baphomet o Bafumet) y
sodomía Bajo el poder de poderosas torturas el rey obtuvo las
respuestas que querían.
Fue
así como en 1307 los templarios franceses fueron arrestados,
incluido el gran maestre francés
Jaques de Moley,
quien fue quemado vivo por la justicia real francesa, frente a
la catedral de Nôtre-Dame. Antes de su muerte se arrepintió de
todas las acusaciones que se había visto obligado a admitir
por fuerza de las duras torturas a las que fue sometido e
invitó a sus acusadores y enemigos al "juicio del cielo" en el
plazo de un año, y así sucedió ya que
Felipe IV y Guillermo de
Nogaret murieron en dicho plazo de causas naturales.
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En
resumen, se puede decir que esta última etapa de la Órden del
temple fue una historia de falsas acusaciones de fechorías y
maldades; se obtuvieron las más sorprendentes confesiones por
medio del tormento; se asistió a actos de valor e integridad
personal, a retractaciones resonantes y, sobre todo, a una pugna
sorda entre el Papa y el rey de Francia. Éste logró imponer su
criterio y su interés en los aspectos más sustantivos del
problema.
Por
fin, Clemente V disolvió la Orden el 3 abril de 1312, aunque sin
pronunciar fallo alguno contra ella.
Para
ver un completo trabajo sobre la Orden del Temple
(ver)
Bibliografía
Gran Enciclopedia Rialp
Neuss, Wilhem; La Iglesia en al Edad Media.
Orlandis, José; Historia de la Iglesia
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