Los
antecedentes del concilio Vaticano II;
El Concilio;
Anuncio y la preparación de los trabajos conciliares;
La convocatoria oficial;
Los objetivos del Concilio;
Los documentos del Concilio;
Clausura
del Concilio; Bibliografía.
En este trabajo vamos a realizar un
recopilación de los elementos más importantes del Concilio
ecuménico del siglo XX convocado por el Papa Juan XXIII. Para esto
tendremos que hacer referencia a los conflictos que la iglesia
esta pasando, el fin de la guerra fría, y a los antecedentes que
arrastraban los cristianos de la época.
Empezaremos por la definición del
concilio ecuménico y su finalidad.
Un concilio ecuménico es un
movimiento religioso que busca el acercamiento y la unión entre la
Iglesia católica y las iglesias cristianas separadas de ella.
El concilio Vaticano II fue
convocado por el Papa Juan XXIII, con la finalidad de poner al
día los temas más importantes de la iglesia.
Los
antecedentes del concilio Vaticano II
Los efectos de la segunda Guerra
Mundial habían cambiado el mundo. La alianza de los vencedores
del Eje empezaban a descomponerse. Hay una falta de entendimiento
entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, que son
democracias, y la Unión Soviética, que es una dictadura comunista.
La URRS tiene su poder en la Europa del Este donde el cristianismo
vive en un estado de opresión. La falta de comunicación con el
mundo libre, crea entre los dos bloques (Este y Oeste) el llamado
Telón de Acero, así se llamó durante la Guerra Fría a la línea de
separación que dividía a Europa en dos bloques ideológicos y
militares: el bloque occidental y el bloque comunista; y con la
tensión y la desconfianza desembocan en la Guerra Fría.
En occidente, los cristianos
pasaban por un una nueva ideología surgida de la Guerra Fría,
mostrando un avanzado materialismo y secularismo, que se oponían a
la vida cristiana y tratan de cambiar sus costumbres.
Las mayores alegrías del Papa
provenían, sin embargo, del impulso al apostolado de los laicos
representado por nuevas instituciones de la Iglesia, como por
ejemplo, el Opus Dei y los institutos seculares; y el desarrollo
de otras ya existentes, como la acción Católica.
Juan XXIII |
Pablo VI |
El
Concilio
Lo dirigieron dos Papas: Juan XXIII
y Pablo VI.
El 28 de octubre de 1958 fue
elegido Papa el patriarca de Venecia, Angelo Giuseppe Roncalli,
una personalidad muy distinta a Pio XII. Tenia 77 años de edad, lo
cual hico pensar que sería un Papa de transición. No fue así. El
25 de enero de 1959 sorprendió al mundo entero con una audaz
iniciativa: convocar un concilio ecuménico con el objetivo de
renovar la vida la iglesia y adaptar la disciplina de la
eclesiástica a las condiciones de nuestro tiempo.
El concilio Vaticano II celebró su
primera reunión, con 2.540 padres conciliares, en la basílica de
San Pedro; el 11 de octubre de 1962, y la última el 8 de diciembre
de 1965. En total, duró algo más de tres años. La gran
preocupación de Juan XXIII fue la renovación de la vida de la
Iglesia, su puesta al día. Pero también dio un gran aliento al
ecumenismo, crean un Secretariado para la Unidad de los Cristinos
que inició intensos contactos entre la Iglesia ortodoxa y los
líderes protestantes.
Asimismo fomentó el diálogo con
los judíos y otras confesiones religiosas. Su interés por temas
sociales, la paz y la cooperación internacional, le llevó a
escribir diversas encíclicas, entre las que destacan las tituladas
“Pacem In Terris y Mater et Magistra”. En ambos documentos del
Santo Padre insiste en los derechos y los deberes correspondiente
y los deberes correspondientes que se derivan de la dignidad del
hombre como criatura de Dios y son muestra de la “catolicidad” de
la Iglesia que busca un sincero acercamiento al espíritu religioso
de todos los hombres, resultando de la acción real del amor a
Cristo y a los hombres.
Pablo VI, Giovanni Battista
Montini, sucedió a Juan XXIII en 1963. Tenía 66 años. Se hizo
cargo del Concilio Vaticano desde su segunda sesión. El concilio
trazó durante esta segunda sesión un importante programa de
renovación cristiana que plasmó en sus documentos especialmente en
sus cuatro Constituciones: sobre la Iglesia, la Sagrada
escritura, la Liturgia y la Iglesia del mundo actual.
Anuncio
y la preparación de los trabajos conciliares
El 25 enero 1959 Juan XXIII
comunicó su designio de convocar un Concilio ecuménico. Al mismo
tiempo pedía a los cardenales todas las sugerencias que les
pareciesen oportunas para llevar a la práctica ese proyecto.
El 17 mayo 1959 Juan XXIII
constituyó la Pontificia Comisión Antepreparatoria del Concilio,
presidida por el cardenal Tardini y compuesta por los Asesores y
Secretarios de los Dicasterios de la Curia Romana. Juan XXIII
quiso que la Comisión Antepreparatoria consultase a todos los
obispos del mundo para conocer con más detalle qué argumentos
convendría tratar. La misma invitación se extendió más tarde a las
Universidades Católicas, Facultades de Teología y Dicasterios de
la Curia romana.
El 77% de los interpelados
enviaron respuesta. Este material fue catalogado por la Comisión
Antepreparatoria, que extractó varios millares de proposiciones en
las que se condensaban, en pocas palabras, las propuestas
formuladas.
La convocatoria oficial.
Cuando los trabajos
preparatorios comenzaban a dar fruto, Juan XXIII convocó
oficialmente el Concilio Vaticano II. La bula Humanae
salutis lleva fecha del 25 diciembre 1961; en ella el Papa
traza un breve cuadro de la situación del mundo, envuelto en
guerras y apartado de Dios, y de la vitalidad perenne de la
Iglesia. Después de resumir las etapas preparatorias, Juan
XXIII convocaba «para el próximo año 1962 él ecuménico y
general Concilio, que se celebrará en la Basílica Vaticana, en
días que serán fijados según la oportunidad que la Providencia
nos hará conocer».
El Concilio llevaría el nombre
de Vaticano II, como se había decidido ya en 1959, a pesar que
el Concilio Vaticano I nunca se llegó a clausurar a causa de
la guerra franco-prusiana, en 1870.
Los
objetivos del Concilio
En la bula Humanae salutis,
Juan XXIII fijaba tres objetivos fundamentales: dar una
demostración de la vitalidad de la Iglesia en los tiempos
actuales, favorecer la unidad de los cristianos separados de
Roma, y ofrecer al mundo una ocasión de alcanzar la paz. |
Una sesión
del Concilio Vaticano II |
En el discurso de apertura Juan
XXIII afirmaba claramente la índole pastoral de esta Asamblea de
obispos: «siempre se opuso la Iglesia a los errores, y
frecuentemente los condenó con la máxima severidad. En nuestros
tiempos, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar de la
medicina de la misericordia más que de la severidad...». Este
carácter tan propio del Vaticano II se refleja en todos sus
documentos (no hay ninguna definición solemne), y fue luego
reafirmado explícitamente por la Comisión teológica a la hora de
exponer la calificación de las constituciones, decretos y
declaraciones emanados por el Concilio.
Documentos
del Concilio
La Constitución dogmática Lumen
gentium es el documento más importante emanado por el
Concilio, y enlaza con la exposición doctrinal sobre la Iglesia
iniciada por el Vaticano I en la Const. Pastor aeternus.
La Constitución dogmática
Dei Verbum, sobre la divina
revelación trata de la Revelación en sí misma y su transmisión, la
inspiración de la Escritura, su interpretación, las
características del Antiguo y Nuevo Testamento y el papel de la
Biblia en la vida de la Iglesia. La principal aportación de este
documento es subrayar la estrecha unidad que existe entre
Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia.
La Constitución
Sacrosanctum Concilium,
sobre la Liturgia, dicta los principios generales en que se debe
basar toda renovación litúrgica.
La Constitución
pastoral Gaudium et spes,
sobre la Iglesia en el mundo actual, consta de dos partes. La
primera es una exposición de la doctrina católica sobre la
dignidad de la persona, la colectividad humana, el trabajo y la
misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. En la segunda
parte se enuncian los principios que deben regir algunas
cuestiones concretas: dignidad del matrimonio y de la familia, la
cultura, la vida económico-social, la comunidad política y la
promoción de la paz
Los demás documentos conciliares
-a excepción del Decreto Inter
mirifica sobre
los medios de comunicación social, que enlaza con la Gaudium
et spes- desarrollan la doctrina de la Lumen
gentium en algunos puntos particulares: el Decreto Christus
Dominus, sobre el oficio pastoral de los Obispos; el
Presbyterorum ordinis, sobre el ministerio y vida de
los presbíteros; el Optatam totius, sobre la
formación sacerdotal; el Perfectae caritatis, sobre
la renovación de la vida religiosa; el Apostolicam
actuositatem, sobre el apostolado -de los laicos; el
Orientalium Ecclesiarum, sobre las Iglesias orientales
católicas; el Ad gentes, sobre la actividad misionera de la
Iglesia; el Unitatis redintegratio, sobre el
ecumenismo; la Declaración Dignitatis humanae, sobre el
derecho de la persona y de las comunidades a la libertad social y
civil en materia religiosa; la Gravissimum educationis,
sobre la educación cristiana de la juventud, y la Nostra
aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones
no cristianas.
Clausura del Concilio
La ceremonia de clausura del
Vaticano II tuvo lugar en la mañana del 8 de diciembre, festividad
de la Inmaculada Concepción, con una solemne Misa celebrada por el
Papa en la Plaza de San Pedro. Después fueron leídos los mensajes
del Concilio a diversas categorías de personas. El acto terminó
con la lectura del breve In Spiritu Sancto, con el que se
clausuraba el Concilio ecuménico Vaticano II.
Bibliografía
- Gran
enciclopedia GER
-
Enciclopedia Espasa.
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