El Opus
Dei (Obra de Dios), cuyo nombre completo es Prelatura de la Santa
Cruz y Opus Dei, es una Prelatura personal de la Iglesia Católica,
que tiene como fin difundir, en todos los ambientes de la
sociedad, una profunda toma de conciencia de la llamada universal
a la santidad y al apostolado en el ejercicio del trabajo
profesional ordinario. El Opus Dei facilita a sus miembros la
formación y los medios espirituales necesarios para que, de una
manera concreta y con personal libertad y responsabilidad, vivan
en medio del mundo, en las realidades que constituyen su trabajo
ordinario, la vida propia de un cristiano que aspira a ser
consecuente con su fe.
San Josemaría Escrivá de Balaguer fundó el Opus Dei el 2 de
octubre de 1928. Durante esos primeros años, el Opus Dei creció
gracias al apostolado personal de su Fundador, que va
reuniendo a su alrededor a algunas personas deseosas de
compartir el afán de almas que le mueve. En sus comienzos, la
Obra se difunde entre los estudiantes de la Universidad y por
las barriadas obreras de Madrid, así como por otros ambientes
y ciudades.
En
1934, para ayudar en su vida espiritual a los que se acercaban
a él, formaran parte o no del Opus Dei, san Josemaría publica
Consideraciones Espirituales, libro que conocería una gran
difusión con el titulo de Camino.
En
1935, el Opus Dei preparaba el comienzo de su trabajo
apostólico en Francia. La guerra civil española y la II Guerra
mundial obligaron a retrasar el proyecto. En 1946 se inicia la
actividad apostólica en Portugal, y, seguidamente, se comienza
en Inglaterra, Italia, Francia, Irlanda, Estados Unidos y
México. En 1946, san Josemaría se traslada a Roma, donde
residió desde entonces, y donde estableció la sede central del
Opus Dei. |
San Josemaría.
Iglesia de Peterskirche (Viena) |
A
partir de 1950 continúa la expansión geográfica: Alemania,
Holanda, Argentina, Canadá, Venezuela y los demás países de Europa
occidental y de América, además de Japón, Filipinas, Nigeria,
Australia, Kenia, Zaire, Costa de Marfil, Hong Kong, etc.
San
Josemaría falleció en Roma el 26 junio de 1975 y fue canonizado en
2002 por Juan Pablo II.
En la
web oficial del Opus Dei se explica que su mensaje es que todos
los bautizados están llamados a seguir a Jesucristo, a vivir y a
dar a conocer el Evangelio. La finalidad del Opus Dei es
contribuir a esa misión evangelizadora de la Iglesia Católica,
promoviendo entre fieles cristianos de toda condición una vida
coherente con la fe en las circunstancias ordinarias de la
existencia y especialmente a través de la santificación del
trabajo.
Algunos
rasgos del espíritu del Opus Dei son los siguientes:
Filiación divina. «La filiación divina es el fundamento del
espíritu del Opus Dei», afirma su fundador. Desde el bautismo, un
cristiano es un hijo de Dios. La formación que proporciona la
Prelatura fortalece en los fieles cristianos un vivo sentido de su
condición de hijos de Dios y ayuda a conducirse de acuerdo con
ella: fomenta la confianza en la providencia divina, la sencillez
en el trato con Dios y con los demás, un profundo sentido de la
dignidad de la persona y de la fraternidad entre los hombres, un
verdadero amor cristiano al mundo y a las realidades creadas por
Dios, la serenidad y el optimismo.
Canonización de S.
Josemaria (2002) |
Vida ordinaria. «Es en medio de las cosas más materiales
de la tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a
todos los hombres», decía san Josemaría. La familia, el
matrimonio, el trabajo, la ocupación de cada momento son
oportunidades habituales de tratar y de imitar a
Jesucristo,
procurando practicar la caridad, la paciencia, la humildad, la
laboriosidad, la justicia, la alegría y en general las
virtudes humanas y cristianas.
Santificar el trabajo. Buscar la santidad en el trabajo
significa esforzarse por realizarlo bien, con competencia
profesional, y con sentido cristiano, es decir, por amor a
Dios y para servir a los hombres. Así, el trabajo ordinario se
convierte en lugar de encuentro con Cristo. |
Oración y sacrificio. Los medios de formación del Opus Dei
recuerdan la necesidad de cultivar la oración y la penitencia
propias del espíritu cristiano. Los fieles de la Prelatura asisten
diariamente a la Santa Misa, dedican un tiempo a la lectura del
Evangelio, acuden con frecuencia al sacramento de la confesión,
fomentan la devoción a la Virgen. Para imitar a
Jesucristo, procuran
también ofrecer algunas pequeñas mortificaciones, especialmente
aquellas que facilitan el cumplimiento del deber y hacen la vida
más agradable a los demás, así como el ayuno y la limosna.
Unidad de vida. El fundador del Opus Dei explicaba que el
cristiano no debe «llevar como una doble vida: la vida interior,
la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y
separada, la vida familiar, profesional y social». Por el
contrario, señalaba san Josemaría, «hay una única vida, hecha de
carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser —en el alma y en
el cuerpo— santa y llena de Dios».
Libertad. Los fieles del Opus Dei son ciudadanos que disfrutan
de los mismos derechos y están sujetos a las mismas obligaciones
que los otros ciudadanos, sus iguales. En sus actuaciones
políticas, económicas, culturales, etc., obran con libertad y con
responsabilidad personal, sin involucrar a la Iglesia o al Opus
Dei en sus decisiones ni presentarlas como las únicas congruentes
con la fe. Esto implica respetar la libertad y las opiniones
ajenas.
Caridad. Quien conoce a Cristo encuentra un tesoro que no
puede dejar de compartir. Los cristianos son testigos de
Jesucristo y difunden su
mensaje de esperanza entre parientes, amigos y colegas, con el
ejemplo y con la palabra. Afirma el fundador: «Al esforzarnos codo
con codo en los mismos afanes con nuestros compañeros, con
nuestros amigos, con nuestros parientes, podremos ayudarles a
llegar a Cristo». Este afán de dar a conocer a Cristo es
inseparable del deseo de contribuir a resolver las necesidades
materiales y los problemas sociales del entorno.
Bibliografía
-
Enciclopedia
GER
-
www.opusdei.org
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