El dogma de la Inmaculada
Concepción define como firme la creencia en que María, madre
de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue
alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer
instante de su concepción, es decir, de su ser personal, estuvo
libre de todo pecado.
No debe confundirse esta doctrina
con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que
Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María
permaneció virgen antes, durante y después del parto.
Esta doctrina esta basada en el
contenido del texto del Evangelio de Lucas ( Lc. 1, 28) «El
ángel entró donde estaba María y le dijo: -Dios te salve,
llena de gracia, el Señor está contigo» y en el texto recogido
también por san Lucas (Lc 1, 42) «Y levantó la voz para decir
con cálido acento: ¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre!», y en la Tradición Sagrada. La
Inmaculada Concepción fue declarada dogma de fe por el papa
Beato Pío IX en 1854.
El 8 de diciembre
de 1854, Pio IX rodeado de 92 obispos, 54 arzobispos, 43
cardenales y de una gran multitud, definía como dogma de fe el
gran privilegio de la Virgen María: |
Inmaculada
Concepción |
“…
Para honor de la santa e indivisa Trinidad, para gloria y
ornamento de la Virgen Madre de Dios, para exaltación de la fe
católica y acrecentamiento de la religión cristiana, con la
autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados
apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, declaramos, proclamamos
y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen
María fue preservada de toda mancha de la culpa original en el
primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio
de Dios omnipotente , en atención a los méritos de Cristo Jesús
Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por
tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…” (Bula
ineffabilis Deus. Pio IX, 8 de diciembre de 1854).
Un dogma es la adhesión
irrevocable a verdades contenidas en la Revelación divina o
verdades que tienen con ellas un vínculo necesario. La Iglesia
tiene claro que las verdades divinas siempre han existido, solo
que cuando se tiene una duda, o una desviación doctrinal, es
necesario reafirmarla por medio de un dogma. Es el caso del dogma
de la Inmaculada Concepción, que era venerada como tal desde
muchos siglos antes de la proclamación del dogma.
Ya desde el siglo VI en
la Iglesia oriental se celebraba la fiesta de la Inmaculada
Concepción y desde los siglos IX y X en la Iglesia occidental,
especialmente en España, Irlanda e Inglaterra.
Las mentes de los
santos padres primero y las de los teólogos medievales después
fueron comprendiendo que la dignidad de la madre de Dios esta
reñida con todo pecado, que su oficio de corredentora exige la
inmunidad de la mancha original, a fin de poder merecer dignamente
con su Hijo, liberarnos de la culpa. Y por fin, cuando la Iglesia
tuvo plena, formal, explicita conciencia de que la limpia
concepción de María era doctrina contenida en la revelación, y por
tanto objeto de fe, pasó a definirla como tal proclamándose del
dogma de la Inmaculada Concepción.
Bibliografía
-
Mariología. org
- Enciclopedia GER.
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