Cuarta Cruzada

 

El Papa Inocencio III (1198-1216) nada mas ser elegido Papa convocó la Cuarta Cruzada. Sin embargo la Cruzada se veía amenazada por la guerra que estaban librando los reyes de Inglaterra, Ricardo Corazón de León y de Francia, Felipe. No obstante al final accedieron a firmar una tregua que no se pudo llevar a cabo por la muerte de Ricardo durante un asedio.

Para que no fracasase este llamamiento a las armas, Inocencio III, envió predicadores que extendieron el fervor religioso tanto entre el pueblo llano como entre la nobleza. Estos predicadores tuvieron éxito y pronto se unieron tres de los nobles más importantes de Francia: el conde Teobaldo de la Champaña, Luis de Blois y Balduino de Flandes. Al tomar parte en la cruzada decidieron seguir con la estrategia de Ricardo en la anterior cruzada: la toma de Egipto que era el centro de poder de los musulmanes.

Para llegar a Egipto decidieron que la mejor forma era por mar y evitar así los peligros de una larga expedición por tierra. Para ello, era necesario alquilar una flota de barcos y acudieron al Dux Enrico Dandolo, gobernador de Venecia. Enrico Dandolo se comprometió a poner a disposición de los cruzados naves suficientes como para transportar a 4.500 caballeros, 9.000 escuderos, y 20.000 soldados de a pie, a si como provisiones junto a 50 naves de guerra. A cambio de esta ingente cantidad de naves, los cruzados deberían pagar la suma de 25.000 kilos de plata.

El conde Teobaldo de Champaña nunca emprendió la cruzada, porque murió poco después de que se firmara el acuerdo. A pesar de esta muerte el entusiasmo por la Cruzada no disminuyó, además se unió el noble Italiano Bonifacio de Monferrat.

Los cruzados partieron de Venecia y llegaron a Zara. La flota pasó allí el invierno y en primavera del año siguiente partió rumbo a Corfú. En Mayo la expedición penetró en el mar Egeo y llegó a Constantinopla  a finales de junio de 1203

Los Cruzados se empezaron a congregar en Venecia en junio de 1202, pero solo llegaron un tercio de las tropas esperadas y aunque demoraron un mes la partida, no llegaron muchas más tropas. En consecuencia, no iba a ser necesaria la flota que ya habían contratado. Surgió entonces el problema del pago de una flota ya contratada y que no iban a utilizar.

El Dux Enrico Dandolo, que a pesar de ser ciego era un dirigente muy enérgico, propuso una solución: el ejercito cruzado tomaría para Venecia la ciudad de Zara y Venecia no cobraría la deuda de momento. La ciudad de Zara se había revelado hacía tiempo contra Venecia, y ahora estaba bajo la protección del rey de Hungría, que era cristiano, y del Papa.

El legado del Papa se vio en un dilema, sabía que la ciudad de Zara estaba bajo la protección del Papa pero no quería parar la Cruzada. Intentó engañar al Dux Dandolo, pero el Dux fue más inteligente y además de dirigir la Cruzada, consiguió que el legado del Papa se volviese a Roma. 

La tropas llegaron a las puerta de la Zara y la ciudad, al ver a semejante ejército con su maquinaria de asalto, decidió rendirse. Sin embargo, había una parte de los cruzados que al saber que serían excomulgados por el Papa si atacaban la ciudad, decidieron no atacarla, por lo que la ciudad prefirió resistir. No obstante fueron conquistados.

Como consecuencia las tropas que habían tomado parte en el asalto fueron excomulgadas, aunque finalmente se perdonó a todos menos a los venecianos, y se instó a los demás cruzados a no tener tratos con estos una vez llegados a Tierra Santa.

Aunque Zara había sido tomada, los cruzados seguían teniendo problemas económicos serios. En ese momento surgió una nueva propuesta que parecía iba a solucionar los problemas económicos y por fin se podría pagar los gastos de la Cruzada.

 

← anterior

siguiente