Timoteo

 

Carta a Timoteo y Tito

 

Las dos Cartas a Timoteo y Tito se conocen comúnmente como Cartas pastorales. Van dirigidas a dos colaboradores del Apóstol, que están al frente, respectivamente, de las comunidades locales de Éfcso y Creta. Su contenido es eminentemente pastoral, pues se prescriben normas y consejos para la buena marcha de aquellas comunidades, amenazadas por el influjo de falsos maestros. Contienen también orientaciones sobre la organización de las igiesias y la función de los ministros. Las tres, además, coinciden en el estilo sencillo y en el tono familiar, que denota la preocupación del autor por formar a quienes desempeñan una misión pastoral.

Timoteo acompañó a San Pablo «como un hijo con su padre». Era hijo de padre gentil y madre judía, piadosa cristiana.

Sabemos que estuvo en Berea (Hch 17,14), y que desde Atenas el Apóstol lo envío a Tesalónica. De nuevo aparece en Corinto junto a Pablo, y le acompaña en el tercer viaje por Éfeso, Macedonia y Asia Menor. En la primera cautividad del Apóstol está ,junto a él en la cárcel. Finalmente Pablo le encargó el gobierno de la iglesia de Eféso. De su carácter cabe destacar la fidelidad con que siguió a San Pablo; debía de ser muy joven cuando el Apóstol ruega a los cristianos de Corinto que le traten con respeto, y no debía de tener muchos años cuando recibió la misión de presidir la iglesia de Éfeso.

 

Los datos de la Primera Carta inducen a pensar que Timoteo está al frente de una comunidad cristiana suficientemente asentada, pero con los obstáculos propios de los comienzos. El ambiente pagano, las doctrinas desviadas de algunos falsos maestros y hasta las costumbres relajadas amenazan la estabilidad de aquella iglesia incipiente. Timoteo, lo mismo que Tito en Creta, recibe el encargo de mantener la doctrina recibida y estimular la vida cristiana de los fieles.

El tono de la Segunda Carta a Timoteo es más entrañable e intenso, con alusiones muy personales. Pablo le exhorta insistentemente a perseverar en la predicación y en el ministerio, sin miedo a los sufrimientos externos ni a la fatiga interior. Recibe también el encargo de consolidar la organización de la iglesia local.

El contenido de la Carta a Tito recuerda mucho el de la primera a Timoteo, probablemente porque hubo poca diferencia en el tiempo de redacción de ambas. Tito, hijo de padres paganos, fue convertido seguramente por San Pablo, a juzgar por el cariño que éste le demuestra.

Acudió a Jerusalén con Pablo y Bernabé para asistir al primer Concilio. No consta que acompañara al Apóstol en su primera cautividad romana, pero sabemos que después de ella Pablo le dejó en la isla de Creta, para que continuara la labor misional que los dos juntos habían emprendido. Tito debió de permanecer en Creta hasta que Artemas y Tiquico llegaron a relevarlo. Como a Timoteo, el Apóstol encomienda a Tito la tarea de organizar la comunidad de Creta y de defenderla de los errores qué algunos comenzaban a difundir.

La idea central de las Cartas Pastorales es la salvación. A Dios se le nombra como «el Salvador», que con infinito amor «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». La Iglesia prolonga y actualiza la acción salvadora de Cristo, puesto que es el pueblo rescatado de la iniquidad y purificado con su sacrificio. Los cristianos alcanzan su propia salvación mediante una vida rica en buenas obras, reflejo de su piedad.

Cartas de san Pablo