San Pablo

 

Carta a los Romanos

 

San Pablo, durante su tercer viaje apostólico (años 5358), escribió a los gálatas y a la comunidad de Corinto. Las dos cartas a los corintios habían dado sus frutos; la comunidad gozaba de salud y fervor espirituales. Las noticias de las demás iglesias locales fundadas por el Apóstol indican que todo marchaba bien con la gracia del Espíritu. En vista de ello, Pablo proyecta extender su labor apostólica hasta Hispania (cfr Rm 15,28), haciendo una amplia escala en Roma, donde ya se había establecido un buen número de cristianos. Con el fin de preparar debidamente su llegada a Roma, escribe desde Corinto la Carta a los Romanos, en el invierno del año 57-58.

 

Este escrito, el más largo de todo el epistolario paulino -más que una carta es un tratado doctrinal- ha sido considerado también el más importante. En él expone el Apóstol puntos capitales de la doctrina acerca de la obra redentora de Cristo y sobre la vida cristiana. Profundiza y amplía lo dicho en la Carta a los Gálalas, y presenta de forma más sistemática tanto la acción de Jesucristo Salvador en el creyente como las consecuencias que de ello se siguen.

La comunidad cristiana de Roma estaba formada por judíos y gentiles convertidos. Era importante para San Pablo exponer los efectos de la salvación de Cristo a estos dos grupos de fieles, mostrándoles que ya no había diferencias entre ellos. Tras un largo saludo, en el que presenta a Jesucristo, se extiende en una visión de la humanidad no redimida, alejada y enemistada con Dios después de la caída de Adán. Al contemplar la degradación moral de los gentiles y los pecados semejantes de los judíos, manifiesta la absoluta necesidad de la Redención de Cristo para alcanzar el perdón y la gracia de Dios. En san Pablo los conceptos del pecado, la muerte, la carne y la Ley son imprescindibles para entender lo que sigue en la carta. El hombre irredento, sometido a esas cuatro fuerzas, sólo podrá librarse de ellas por la obra de la Redención llevada a cabo por Cristo Jesús. La salvación proviene únicamente de Dios a través de Jesucristo Nuestro Señor, y a ella hay que adherirse por la fe, don gratuito de Dios, no efecto de las obras. Pero una vez alcanzada la fe -mediante el Bautismo que injerta al cristiano en Cristo-, los cristianos pueden y deben hacer el bien, con la gracia del Espíritu Santo que habita en ellos y completa la obra de la justificación realizada por Cristo, haciéndoles santos e hijos adoptivos del Padre. Se pasa así del estado de enemistad con Dios al de amistad, del de irredención al de gracia, de la condenación antigua a ser una nueva criatura, abierta a la esperanza de la gloria de los hijos de Dios.

En la segunda parte de la carta Pablo aplica la doctrina anteriormente expuesta a la vida y conducta del cristiano. Vienen entonces, como conclusión, las exigencias morales de la fe, de la «vida en el Espíritu», y los consejos prácticos para conducirse en medio del mundo, todavía irredento, pero al que hay que llevar a la salvación.

La Carta a los Romanos representa un momento cumbre la Revelación divina que nos llega a través del Apóstol.

 

Cartas de san Pablo