Carta a los Hebreos

 

Carta a los Hebreos

 

La Carta a los Hebreos es por su contenido uno de los escritos más solemnes e importantes del Nuevo Testamento. Es probable que los «Hebreos» destinatarios de la carta fueran, en primer lugar, cristianos provenientes del judaísmo, buenos conocedores tanto del idioma griego como de la cultura hebrea y, en especial, de las ceremonias del culto mosaico. La Carta responde a un género intermedio entre el epistolar y el propio de un discurso o sermón escrito. Además, por su estructura, orden y método, recuerda el género de un breve ensayo teológico.

 

La carta, histórica y doctrinalmente, se relaciona por su contenido con el Cuerpo de cartas paulinas. En ella encontramos un eco fiel de la predicación de San Pablo. Sin embargo, su forma literaria presenta características propias que le confieren una patente originalidad. Desde fines del siglo IV es atribuida a San Pablo en todas las iglesias. Antes de esa fecha es generalmente admitida como paulina en Oriente, pero hay dudas en Occidente.

El autor tuvo que ser un cristiano culto de origen judío, buen conocedor de la Sagrada Escritura y de las cuestiones teológicas planteadas en el momento de la redacción, y además, una persona muy cercana a san Pablo en pensamiento y actividad. Por el contenido se trasluce que fue un hombre de cultura helenística y gran celo pastoral y profundo conocimiento de la vida religiosa del pueblo hebreo y del culto del Templo de Jerusalén.

Como fecha de composición se ha sugerido el año 65, pero no puede descartarse una fecha más avanzada en el primer siglo.

El principal propósito de la carla es mostrar la superioridad del cristianismo respecto a la Antigua Alianza, pero tanto el estilo como la intención no son polémicos. El escritor tiene como fin hacer ver que la Nueva Ley es la perfección, el cumplimiento y la superación de la Antigua. Para ello se centra en la consideración del sacerdocio y sacrificio de Cristo como superiores a los levíticos. Éste es el fundamento doctrinal que respalda la exhortación a la perseverancia en la fe y que constituye el motivo primordial de la epístola.

Cartas de san Pablo